17/9/09

Dos apuntes ornitológicos

Estos días las faenas agrícolas que preparan la tierra para el invierno dejan los campos de los alrededores de Lund sembrados de grajas, grajillas y gaviotas canas... Y también de cosas más grandes. Ayer al llegar a SS por la tarde vi que habían segado el prado de la colina del molino, y allí estaban posadas no una ni dos, sino hasta 31 cigüeñas (31 las que se veían; seguramente hubiese más al otro lado de la colina), lo que representa buena parte del total de la población escandinava de la especie. Un espectáculo así en, por ejemplo, el embalse de Santillana, no me habría llamado nada la atención; pero basta con cambiar un poco las referencias externas para que lo habitual se torne extraordinario, y me entretuve un buen rato mirándolas.
A eso de las siete una hembra de carbonero común decidió que una ramita del manzano, a escasos 50 cm. de mi ventana, era un buen lugar para pasar la noche; y allí se hizo una bola y se puso a dormir. No he de negar que, a la vista de las últimas noticias, tuve algo de miedo de que intentase por la noche colarse en mi cuarto para devorar mis entrañas, en un remedo de los tormentos de Prometeo; así que tuve buen cuidado de asegurarme de que las ventanas estaban bien cerradas...
Hoy por la mañana la carbonera ya se había ido y todavía quedaban dos cigüeñas (dos jóvenes del año, que aún tenían el pico algo corto y medio negro) en el prado; y sólo entonces (menudo científico de pacotilla) se me ocurrió que podrían estar anilladas, como en efecto lo estaban. Cada una contaba con sendas anillas de colores en la tibia izquierda; ya os contaré lo que averigüe de ellas...

Así luce una cigüeña sueca. La foto es peor de lo habitual; pero tened en cuenta que la saqué a través de la ventana alta de la cocina, con el telescopio estirado al máximo y subido a una silla para poder usarlo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pero el carbonero tiene dientes?,cuanto mide?
vas a conseguir que tenga pesadillas con el