10/10/09

Hilo musical

El campus de la Universidad de Lund, en las mañanas de otoño frescas y soleadas como la de hoy, en las que los jardines desiertos lucen como recién lavados mientras petirrojos y zorzales reales se afanan en sus quehaceres, es un lugar realmente agradable para dar una vuelta... O, por lo menos, para ir caminando desde la parada del bus hasta la facultad.
Hace nada cumplí el primero de los cuatro años de mi beca y entré en una especie de crisis existencial, viendo lo poco que había hecho hasta ahora y lo mucho que quedaba por hacer... Como aplicación más directa, y dado que además las muestras me están dando más problemas de los que esperaba, he visto que hay que apretar más aquí si pretendo volverme a España con algo hecho de lo mucho que había planeado al principio; y aquí estoy, un fin de semana más... La verdad es que se está bastante más a gusto que entre semana, porque nadie te interrumpe y puedes disponer a tu antojo de todos los aparatos (salvo si, como el domingo pasado, la única persona que viene justo quiere usar las mismas cosas que tú); hoy al único que he visto en la planta es a un estudiante japonés jovencillo que para mí que debe de vivir aquí, y que se pasea todo el día callado por los pasillos. Tiene un cierto parecido además con el niño de El Grito 2 que le hace especialmente gracioso...
Aunque esto está tranquilo ahora: El título de esta entrada se refiere al hecho de que, aprovechando que es fin de semana, claro, llevan toda la mañana probando las alarmas del edificio; tres sonidos distintos, a cada cual más penetrante y desagradable. De momento parece que ya se han cansado, y poco a poco voy recuperando la sensibilidad auditiva... En fin; mientras no les dé por probar el disparo halón iremos bien.

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