29/1/10

En casa del Campo

Ayer estaban cerradas las puertas de la carretera que da acceso, junto a mi Facultad, a las Escuelas de Forestales y Montes. Hoy estarían cerradas las de mi edificio; ya sea el propio día o trasladado al viernes más cercano, ¡que viva Santo Tomás de Aquino! :-)
Y algún día de éstos, no hoy, aprovecharé los festivos para dormir. Porque hoy tocaba levantarse una hora antes que de costumbre para ir a anillar a la Casa de Campo; que tenía yo las manos muy en huelga desde el verano. Tanto, que del frío que hacía pasé de pelear con los dos herrerillos comededos que cayeron y liberé (por segunda vez) un simpático petirrojo de ojazos brillantes. Y un carbonero, y nada más en cinco horas; no es que haya estado muy animado el día...
Me entretuve de charla con los demás y contando las garzas que se iban arremolinando en torno al recinto donde técnicos del Ayuntamiento mantienen unas cuantas cigüeñas, llegadas en su día a centros de recuperación pero irrecuperables por lesiones para vivir de nuevo en libertad. En un remedo de la fábula de la cigüeña y el zorro, alimentan a éstas con pollitos de gallina que colocan en recipientes de cuello alto; para que urracas, grajillas y demás no se aprovechen del buffet. Pero a las garzas reales eso les da igual: 24 quedaban allí esperando cuando nos fuimos nosotros a comer también, y llegaban aún más...

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