2/3/10

Érase una vez… Pepe Gotera y Otilio en el laboratorio

Esta es una historia que comenzó hace mucho tiempo… Hace algo más de un año, exactamente. Por aquel entonces pedimos presupuesto para cambiar la instalación eléctrica del laboratorio; básicamente conectar los cables a una línea distinta del edificio y aprovechar para colocar una canaleta con enchufes por toda la pared. Vinieron a ver el tema, nos dieron presupuesto… y aunque pagaba el proyecto y dinero había Gerencia tenía que aprobar las obras; y entre unas cosas y otras no nos dieron el visto bueno hasta este año…
Empezaba bien en tema. En fin; llamamos a los obreros y, tras convencerles de que si revisaban el presupuesto tardaríamos otro año en aprobarlo y vuelta a empezar, aceptaron venir a picar… “La semana que viene os decimos qué día venimos” se prolongó cerca de un mes, hasta que el 28 de enero aparecieron sin avisar diciendo que venían a empezar las obras. Tras el susto inicial, conseguimos de plazo hasta el lunes 1 para que nos diese tiempo de recoger todo el laboratorio y llevárnoslo a otra sala. Entraron el lunes y el miércoles salieron sin acabar, porque se ve que no sabían contar y habían encargado tres o cuatro enchufes menos de los presupuestados. En su camino hacia Madrid dichos enchufes se cruzaron con la última nevada, y han estado dando vueltas por la geografía española hasta la semana pasada, cuando por fin el miércoles (sin avisar, claro) llegaron, los pusieron y se fueron.
Lunes 1 de marzo: Limpiamos todo y colocamos todas las cosas de vuelta en el laboratorio, para descubrir que es imposible enchufar nada en las tomas nuevas, porque tienen una especie de lengüeta de seguridad por dentro imposible de romper. En uno de los intentos entra por fin una clavija, se produce un cortocircuito de los de película, con chispas y todo, y por supuesto se va la luz del laboratorio. Descubrimos unos cables pelados que nuestros queridos electricistas se habían dejado por ahí, y el siguiente capítulo… pues un día de estos.
Pero no pasa nada. La Avenida Complutense se escarcha con la floración de los almendros, los verdecillos mariposean de un árbol a otro y mis trampas para mosquitos están secuestradas en la aduana de Barajas; todo es felicidad…

3 comentarios:

Javi Pato dijo...

Bueno, está bien pensado. Imaginate que cualquier niño se pone a jugar con los enchufes. Sino fuisteis vosotros capaces de fastidiar la lengueta... xD
Paciencia, que es la madre de la ciencia. Ya sabes. ;D

Antón Pérez dijo...

Gracias por tu comprensión y apoyo...

Vero dijo...

Ayyyy... si hubieras llamado a mi padre... Jajaja, al menos así, tendrías un contacto directo para pegarle en caso de hacer las cosas tan mal.
Ánimo, que seguro que se arregla todo.
Beso