26/3/10

Mosquitos tarifeños

Aunque no haya sido lo más interesante de estos cinco días pasados en Tarifa, el muestreo de mosquitos era el principal motivo que nos llevó a Sofía, Samu y a mí hasta el Campo de Gibraltar; así que por aquí empiezo mi relato.
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Así lucen nuestras trampas una vez colocadas. El mecanismo es bastante básico: un ventilador que funciona alimentado por una batería envía hacia el bote que cuelga los mosquitos que se ven atraídos por la combinación del tubo de luz ultravioleta y el CO2 que se desprende de unos productos químicos contenidos en el sobre que se ve junto al bote. La trampa se acciona antes del anochecer y se recoge después del amanecer; las capturas se matan metiendo el bote dentro de otro mayor con material impregnado de acetato de etilo y después se separa el trigo de la paja. El bulto tan precariamente atado al tronco que se ve en la foto es la batería de la trampa; tiene un peso tan considerable que siempre que nos fue posible procuramos colocarla directamente sobre el suelo.

De vuelta en el hotel tocaba clasificar las capturas. Aunque la trampa es bastante selectiva y la mayor parte de los bichos que caen son los que nos interesan, aun así éstos hay que contarlos y separarlos por especies (de una forma grosera; la identificación final aún está por hacer).
Nos interesan dos grupos de insectos hematófagos: Mosquitos culicinos (los vectores de Plasmodium en aves) apenas sí capturamos alguno, pero ceratopogónidos del género Culicoides (vectores de Haemoproteus) obtuvimos bien cerca de cinco mil (contados uno por uno encorvado sobre la silla, sí). Y de vuelta con ellos en la Facultad toca ahora ver cómo los analizamos… Pero no hay prisa de momento; primero, disfrutemos de Semana Santa.

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