19/5/10

Cayó el “microbúho”

Queridos lectores con memoria paquidérmica; seguramente el título de esta entrada os haya hecho pensar en esta otra, que ya queda tan atrás… Efectivamente, en el tiempo que separa ambas entradas he vuelto a escuchar autillos europeos Otus scops unas cuantas veces, pero nunca he conseguido verlos. Ayer, por fin, me saqué esa espinita. Javi, Unai, Diego y un servidor habíamos quedado para hablar de un viaje que tendrá lugar inmediatamente después del de Polonia (y os dejo con la intriga…). Quedamos junto a casa de Diego, en Plaza Elíptica; básicamente porque allí (en el parque de la Emperatriz Mª de Austria) Diego tiene controladas unas cuantas cajas nido especialmente diseñadas para esta rapaz nocturna.
Como Javi, Unai y yo estábamos en la misma situación santotomasiana teníamos unas ganas locas de ver de una vez al bicho; y por supuesto los autillos parecían haberse esfumado. Recorrimos el parque entre dos luces yendo de una caja a otra sin hallar ni rastro de sus ocupantes. Ya resignados, volvíamos hacia el metro cuando escuchamos el pitidito de un macho entre el follaje. Nos pusimos a escudriñar los árboles y, aunque era casi noche cerrada, durante los siguientes 20 minutos conseguimos ver varias veces una pareja de estas aves, volando de un árbol a otro (en vuelo me resultaron desproporcionadamente “aligrandes”) y asomando sus graciosas cabecitas del hueco de un plátano de sombra donde debían de estarse planteando anidar.
La pena es que, revisando de nuevo mi lista, me he encontrado con otra especie que sólo he escuchado y a la que para ver no me va a bastar con dar una vuelta por un parque de ciudad: Habrá que volver a Marruecos para echarle un vistazo al pito bereber

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