20/8/10

Ecological trap

No lo pongo en inglés por hacerme el interesante, sino simplemente porque es uno de los muchos términos que los científicos no suelen traducir. El wikiartículo sobre el tema está muy bien, pero por resumirlo un poco en cristiano, digamos que una “trampa ecológica” se da cuando, basándose en señales erróneas, un individuo selecciona un hábitat o recurso que, aunque parece el mejor, realmente no lo es, y perjudica a su supervivencia o a su capacidad de reproducirse. Un ejemplo clásico lo constituyen las islas donde millones de aves marinas llevan toda la vida anidando sin preocuparse de depredadores terrestres. Pero cuando a esas islas llegan de la mano del hombre ratas, gatos, cerdos y demás calaña; año tras año las mismas aves lo que hacen al recalar en las islas que antaño fueron sus mejores lugares de cría es entrar voluntariamente al matadero.
Si traigo esto hoy a colación es por otro ejemplo bastante más chorras que estoy viendo estos días en directo en Lund. Ya os he comentado el martes que la mayor parte de mi camino hasta la facultad transcurre por senderos para peatones y bicis. Como este verano está siendo tan generoso en lluvias, son miríada los caracoles y, sobre todo, babosas, con los que me tropiezo mientras cruzan pausadamente el camino. Muchos acaban aplastados por las ruedas de las bicis y los pies poco cuidadosos; y es ahí donde entra en acción la ecological trap: resulta que las babosas son unas carroñeras del 15, y en torno a cada uno de los cadáveres de sus congéneres hay siempre tres o cuatro dándose un festín. Total, que cuando pasa la siguiente bici os podéis imaginar lo que ocurre, porque a estos bichos como que no les da mucho tiempo a apartarse... y hay algunas partes del camino por las que ya da hasta asquito pasar...
Por cierto, que no por conocido deja de ser menos impresionante la increíble variedad de colores de las conchas de los Cepaea...

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