9/12/10

El congreso y la mariposa carmesí

¡De nuevo con vosotros! El congreso se ha desarrollado bastante bien. Fue curioso ver durante estos días cómo una localidad pequeña como Tremp era asaltada por ornitólogos que, de improviso, aparecían por todas las esquinas: acaparando las barras de los bares, prismáticos en ristre junto a las rieras o siguiendo (los menos) la novena de la Inmaculada en el precioso templo-fortaleza de Nuestra Señora de Valldeflors.
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Tremp carece de centro de congresos o lugares así, de modo que la mayor parte de nuestras actividades tuvieron lugar en el gimnasio reconvertido del instituto o en otras aulas del mismo. Entre otras muchas cosas, el congreso fue el momento ideal para dar la despedida al que ha sido director de la SEO durante veinte años, Alejandro Sánchez; y dar la bienvenida a su sustituta Asunción Ruiz.
En lo que a mí respecta, no he estado muy contento con mi charla, ya que notaba cómo me iba liando y olvidando de cosas que quería contar. Sin embargo vista desde fuera resultó una ponencia bastante normal, y por lo menos la gente demostró con sus preguntas que había estado atenta a lo que yo les contaba. Además nos regalaron a todos los ponentes un ejemplar del recientemente aparecido Las Aves en el Museo del Prado, así que tan contento…

El día seis por la mañana nos fuimos de excursión al congost (cañón) de Mont-rebei, pacientemente excavado por el Noguera-Ribagorçana a lo largo de los milenios a través de las areniscas llenas de fósiles del Prepirineo. El espacio, adquirido y gestionado por la Obra Social de Caixa Catalunya, muestra en vivo el proceso de renaturalización de unos terrenos que hasta mediados del S. XX fueron eminentemente agrícolas, y donde ahora medra una interesante mezcolanza de especies norteñas y mediterráneas, con el impresionante telón de fondo de los paredones rocosos.

El trencalòs (quebrantahuesos), emblema del congreso, no se dejó ver en esta salida; pero sí lo hizo un pajarito que tenía muchísimas ganas de ver: ni más ni menos que un treparriscos Tichodroma muraria. Esta especie desciende para pasar el invierno desde la alta montaña a este tipo de espacios a menor altitud, donde, afanado en sus quehaceres, “aparece y desaparece” según aletee o no con sus grandes y redondeadas alas de color negro y carmín. Durante el recorrido por el congost tuvimos uno justo en la pared de enfrente, tan a la vista e inalcanzable como el seno de Abrahán para Epulón. Se portó maravillosamente dejando que todos lo viésemos: sin duda el mejor momento de estos seis días en Lleida.

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