10/10/11

Las focas melómanas

¿Os suena? (de aquí)


Como ya he dicho en otra entrada, las guías de naturaleza de mi niñez, editadas para jóvenes centroeuropeos, resultaban a veces de difícil aplicación en un contexto peninsular. Mis preferidos eran sin duda los de la colección de “La Senda de la Naturaleza”, publicados en español por la desaparecida Plesa-SM. El de arriba (que, aunque se titulaba “animales salvajes”, trataba solo de mamíferos), incluía una ecléctica colección de recomendaciones: desde construir plataformas en los árboles para observar ciervos hasta atraer tejones con pan con mantequilla. Pero, sin lugar a dudas, la que se llevaba la palma era la ya citada de tocar la armónica en la playa para que las focas, curiosas ellas, se acercaran a uno. Y ya podía ponerme yo a tocar la armónica en Sanxenxo de pequeño; o llevar a la Real Banda de Gaitas al completo, ya puestos, que malamente se iba a acercar ninguna foca por allí... pero creo que todavía conservo esa ilusión.
... Todo esto para vestir el hecho de que ayer, de camino a Saint Andrews (otra vez) en el tren con los padres de Sofía, pudimos ver perfectamente una foca, en equilibrio precario sobre una roca, como suelen hacer, levantando a la vez ambos extremos del cuerpo. Y no era por suerte una foca común, como las que me había tachado en Suecia, sino una foca gris Halichoerus grypus; así que un nuevo bicho p’al cuerpo :-) Esta foca, relativamente común en las costas rocosas del Atlántico norte (la común ocupa preferentemente costas arenosas), es la que con mayor frecuencia se presenta en aguas ibéricas. El nombre científico (“cerdo marino de morro ganchudo”) hace referencia al perfil "romano", de nariz convexa de los machos de la especie. Pues hala, ya podéis iros hoy a la cama contentos, con tantas cosas nuevas que sabéis ya...

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