21/3/12

Vistazo al pasado: grandes peces

La imagen de arriba tiene poco más de cinco años, pero se ha quedado ya desfasada. Aparentemente todas las lonjas del sur, a las que durante decenios los futuros biólogos de esta Facultad han acudido a ver en vivo (es un decir) y en directo los peces que conocían ya de prácticas, han regulado y automatizado la subasta del pescado, de manera que ya ni mayoristas ni estudiantes pueden pasearse a pie de caja para examinar la mercancía...
Así que los estudiantes de ahora se ahorran los madrugones (3:30, 4 de la mañana... los que aquellas noches llegamos a acostarnos, claro) que nos dimos en su día para ir a las lonjas de Huelva o El Puerto de Santa María. Pero se pierden poder ver y palpar una diversidad de peces tal que no se encuentra en ningún mercado de Madrid. Básicamente porque lo que a nosotros nos interesaban, nuestros tesoros, eran “la morralla”: las especies sin valor comercial que aparecían mezcladas con las otras en las redes y que rescatábamos directamente del suelo, o como mucho de cajas a malvender para caldos.

Y Eduardo de Juana, que sabe mucho de todo, identificaba uno por uno nuestros hallazgos y nos contaba vida y milagros de cada uno. De todas maneras, lo que a mí me dejó maravillado, lo que recuerdo con más agrado de aquellas mañanas, fueron los peces grandes; los monstruos que no sé quién llegaría a comprar y dónde se habrían de exponer...

Samas de pluma Dentex gibbosus de fácil 30 o 40 Kg. Este espárido africano apenas sí llega a las costas del sur de la Península.

Palometas de aletas largas Taractichthys longipinnis; y de escamas aún mayores.

O llampugas Coryphaena hippurus, velocísimos depredadores, capaces de seguir a saltos a los peces voladores que enloquecidos intentan huir de ellas saliendo del agua.

Y tiburones, por supuesto: muchos marrajos Isurus oxyrinchus, que dan nombre a algunos palangreros.

Y muchas más tintoreras Prionace glauca. El hígado, riquísimo en aceites, camino de las farmacéuticas. Las aletas, cortadas y camino del mercado asiático. Y con suerte alguien acabará comiendo el cuerpo a precio de risa.

La masacre anual de tiburones en las pesquerías europeas es totalmente insostenible, ya que por sus propias características biológicas las especies que están en la cumbre de las pirámides tróficas no se reproducen al mismo ritmo que sus presas, los peces pequeños que también capturamos nosotros. Pero son pocas las especies, como este pez zorro Alopias superciliosus, para las que recientemente se ha prohibido su captura. Prohibición espúrea, ya que siguen cayendo en los mismos anzuelos que sus congéneres.

Un jaquetón de Milberto Carcharhinus plumbeus, otra curiosidad subtropical, aparcada y casi olvidada en la lonja de El Puerto.

Y animales de los que no tenía ni la más remota idea: gempílidos, como este escolar Lepidocybium flavobrunneum, animales de las profundidades, vagamente similares a un atún y que como tal se acaban vendiendo muchas veces, que total una vez en la lata todos parecen iguales.

Ya para acabar, y como corresponde a peces grandes, parásitos también gigantes, como este piojo de mar Anilocra sp.; una especie de cochinilla sobredimensionada y hematófaga.



Johnny, la gente está muy aniLOCRA...!!!

4 comentarios:

Sonia dijo...

Mmm, casi prefiero no poder ver ya eso, la verdad. Peces "comibles" normalmente pase, pero tiburones... Joder.

Antón Pérez dijo...

Mujer, una cosa es que no sean el pescado más valorado, pero comer se comen; en el super hay normalmente rodajas de "marrajo" (que ya será un poco de todo). Y bien buenos que están; sin espinas además... :-)

Vero dijo...

Macho, no sé que leches me pasa a mí con tu blog, que me pone pegas a todos los comentarios...

Antón Pérez dijo...

¿? Yo los veo bien... qué blog más respondón me ha salido, jeje; ¿no será que has empezado tú? :-p