9/7/12

Comportamientos "naturales"

El trabajo de las cotorras (que por momentos parecía no ir a terminar nunca; pero al final lo acabamos) me ha hecho fijarme mucho más estos meses en estos bichejos verdes y ruidosos. Con todo lo pesadas que puedan llegar a ser, tienen un encanto especial: no solo son animales relativamente grandes, vistosos y que se hacen notar, sino que añaden a las calles de Madrid ese puntito de exotismo que da el tener loros sueltos por la calle. Loros que además se comportan como aves plenamente salvajes, que crían en árboles y consumen alimentos naturales en vez de mendigar migas y patatas fritas y anidas en edificios como una paloma cualquiera (y como hacen las mismas cotorras en otras ciudades). Me he fijado en que, al igual que la inmensa mayoría los loros salvajes, que son eminentemente nomádicos y se desplazan de una zona a otra según el recurso alimenticio disponible, las cotorras solo se adentran en Chamberí subiendo por Donoso Cortés en dos momentos del año: en febrero, cuando florecen los ciruelos rojos, para comerse las flores; y ahora en julio, para comer las ciruelas que han conseguido madurar. Estas ciruelas no se las comía antes nadie (más que yo); tal vez si acaso las urracas picoteasen algunas. Así que algo que se estaba perdiendo, como quien dice, es ahora aprovechado por las cotorritas; listas ellas... Y me diréis que qué tiene de natural que en Europa un loro sudamericano esté pendiente de cuándo maduran los frutos de un árbol asiático; pero bueno, veis por dónde quiero ir :-)

2 comentarios:

Javi Pato dijo...

Venga esa tesis y menos desviar el tema!! xD jajaja
Ya hay ganas de ver algo más contundente de la tuya :)

Antón Pérez dijo...

Gracias por tus ánimos, tío; es justo lo que necesitaba... ¬¬