18/8/12

Dos documentales, dos

Os decía ayer que estos días en la aldea, siguiendo la tendencia habitual, tuve una buena dosis de entretenimiento con un par de series documentales; de la BBC, cómo no. La primera fue The Frozen Planet, la última de Sir David, que estrenaron el año pasado en la BBC mientras Sofía y yo estábamos de estancia en Edimburgo y que mi queridísima compañera de tesis tuvo la buena idea de comprarme como regalo prenavideño antes de que nos fuéramos. Una vez dicho Sir David y BBC no hay mucho más que añadir: imágenes espectaculares narradas como nunca. Es una pena que el rollo osos polares, focas y pingüinos ya me aburra un poco, como los odiosos leones, cebras y demás zarandajas africanas; así que como muestra os dejo con un breve pero sobrecogedor encuentro entre lobos y bisontes:

Mi segunda apuesta documental no salió tan bien, pero bueno... South Pacific, una serie sobre la naturaleza de las islas tropicales y templadas del Pacífico, de Hawaii a Nueva Zelanda y de Palau a Pascua; con la que esperaba aprender más sobre futuros posibles destinos de estancia, jeje, y además reírme escuchando al narrador, Benedict Cumberbatch, el cáustico Dr. Holmes de mi querida Sherlock. Pero lo que me encontré fue un buen montón de "leones del Pacífico" y una desagradable tendencia a repetir imágenes de otros documentales de la cadena y de la misma serie con bastante frecuencia. En fin; tampoco es que sea mala, ni mucho menos. Os pongo aquí unas curiosas oruguitas...

Tres fueron las series, para ser justos: JaviP me dejó Life para que la viese también, pero al final no saqué mucho tiempo para verla y para devolvérsela; ni para despedirme de él antes de volverme yo hoy a Madrid y de que se vaya unos meses al extranjero (más en su blog, cuando lo quiera contar él), que casi me dio más pena. A quien sí vi ayer, y me alegré horrores, fue a Raúl. Invirtiendo un tanto la costumbre, en vez de acercarme yo a verle fue él el que vino a mí. Nos fuimos a Allariz, a comer bien, a charlar mucho a la sombra de los ameneiros y a bañarnos en el Arnoia como dos niños de pueblo, entre mirlos acuáticos... Y ya; fin de los reencuentros veraniegos. Los demás tendréis que esperar hasta Navidad, supongo... eso, o venir por Madrid, que mi puerta está siempre abierta :-)

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