25/7/14

Las siete y veintisiete...

Así. Así le puse fin a la tesis, hace justo hoy un año, nada más llegar con mi familia al Algarve, con el horrible tren del día anterior todavía en la cabeza. Desde entonces hasta ahora ya sabéis, y os estoy contando estos días, a qué me dedico: a echar solicitudes a diversas ofertas postdoctorales, y entremedias (como con las lagartijas de Álex o los flecos de las tesis de Joaquín y Sofía) a meterle mano a todos los proyectos necesitados de ello que hay por la planta nueve, a cambio de coautorías de artículos que meter en el CV. Esta semana, a mayores de la entrevista, me he dedicado en cuerpo y alma a sexar molecularmente 199 petirrojos. En condiciones bastante precarias: con calor y con averías de agua que nos han dejado mucho tiempo sin suministro. Con los vencejos gritones en el cielo, pues parece que no se habían marchado del todo. Entrando a las ocho y saliendo a horas cercanas a la que dice la canción...

¡Por suerte las penas, con Spotify y la radio, son menos!

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