26/9/14

Inutilidad complutense

Esta semana han pasado por los despachos repartiendo los calendarios académicos del curso 2014/15. Como veis, algunos días están rodeados a mano, pero eso no lo hemos hecho nosotros, sino que venían así en las fotocopias ya... ¿Os dais cuenta de por qué están rodeados esos días? ¿No? Os lo pongo en grande, a ver si caéis...

Efectivamente. ¿Qué, qué os parece la chapuza? Y lo peor no es eso, sino que quien quiera que fuese imprimió el calendario y, en vez de corregirlo y volverlo a imprimir, lo marcase a mano (y se ha dejado días por marcar, por cierto...) tan pancho y sacase después miles de copias... Copias que tendremos en el despacho todo el curso, para que nos acordemos bien. Lo que hay que ver.

25/9/14

Algo bueno tenía que tener...

Lo de quedarse sin ir a Doñana por escribir el proyectito dichoso, digo: será muy bueno que me lo den, claro está, pero por de pronto escribirlo me ha valido para ayer por la mañana, gracias a estar en Madrid, poder ir a la sesión de septiembre de defensas de los trabajos de fin del Máster de Bª Evolutiva, el de Álex y el de otros amigos incluidos. Que la verdad me daba bastante rabia perdérmelos, así que bien.

 Y otra cosa a la que (si saco tiempo, que no sé) podré ir esta tarde, es a la defensa de la tesis de Elena: algo antes del verano defendió su señor marido, y ahora por fin llega la suya. Aunque me temo que sea a costa de tardar en vernos otra vez...

Estando el tiempo revuelto como está, cierro con la tormentosa foto de la entrada sobre la tesis de Miche que tanto os gustó a muchos. Una foto bastante... "utópica", por cierto :-) Where is Jessica Hyde?

23/9/14

"Castigado sin curso"

Los menos desmemoriados me habéis ido preguntando estos días que qué hago en Madrid, que no me he ido a Doñana... pues lo de la semana pasada: sigo a vueltas con el proyectito de marras. Me queda hoy una semana para entregarlo y bueno, no sé muy bien cómo voy, pero creo que no mal: toda la semana pasada me la pasé leyendo artículos y sacando ideas; ideas que ayer empecé a poner en negro sobre blanco. Van saliendo más o meno seguidas y creo que no hay ningún disparate, pero vaya, a ver qué opinan los evaluadores... Madre mía, es como escribir la tesis otra vez.

22/9/14

Está pasando de todo ahí fuera...

Ayer al subir la persiana, lo primero que llegó a mis todavía adormilados oídos fue el inconfundible canto de un colirrojo tizón: una especie urbana en muchas localidades, y también en Madrid, pero que aquí aparece principalmente en invierno (y en mi patio de luces en concreto, por primera vez). Más tarde, corriendo cerca de la Facultad, lo que escuché fue el primer 'tec-tec' petirrojil de la temporada... pues nada: se ve que, mientras todavía hay un paso bastante fuerte de migrantes transaharianos (parece Bea que este año nos adelantamos bastante el mes pasado), los presaharianos ya están llegando también para acompañarnos hasta la primavera que viene...
Decía que siguen los campos (y los jardines, por suerte para mí que no salgo de Madrid) llenos de migrantes, y todos los buenos pajareros están por esos campos de Dios, haciendo lista y escudriñando cada arbusto, a la búsqueda de cualquier pequeña sorpresa. Y seguro que todos se vuelven a casa la mar de contentos, aunque sólo hayan encontrado "lo de siempre". Pero uno hay al menos que puede este otoño mirarnos a todos con un puntito de merecido orgullo: el descubridor el viernes pasado de toda una señora mascarita común Geothlypis trichas en la orilla gaditana del tramo final del Guadalquivir. Un citón, no sólo por ser un first for Spain, sino por serlo además de un pajarillo (que siempre son más difíciles de localizar que las aves acuáticas o las rapaces), y de uno que pese a ser muy abundante en Norteamérica no es precisamente de los divagantes más frecuentes a nuestro lado del Atlántico. Y encima ni siquiera era un juvenil feúcho, sino todo un machito adulto. La foto, aquí.

19/9/14

e / i

Un biólogo y becario en Calton Hill. Foto de Jaime
Tres años justos, desde que llegamos a Edimburgo Sofía y yo y, de la mano de Jaime, comenzamos a descubrir todo lo que nos podía ofrecer esa ciudad. El vínculo afectivo que nace de haber estado allí de estancia, me ha hecho seguir con especial interés estas semanas pasadas las noticias sobre el referéndum que esta mañana se ha decantado por el "no" a la independencia escocesa. Aunque no me fuera la vida en ello, ni sea yo precisamente persona de sentimientos nacionales muy arraigados, he de reconocer que hurgando bien en mi interior casi deseaba que hubiera ganado el "sí", aunque me sería imposible explicar por qué... No ha podido ser, y no pasa nada; la pena que siento es sobre todo la de ver una sociedad querida tan equitativamente dividida en torno a una cuestión tan capital: como tantas páginas han mencionado antes que yo, el eslógan del "no" (better together: mejor juntos) se ha transformado más bien en un bitter together (juntos y amargados). A ver si recuperan pronto el dulzor de la convivencia...

18/9/14

Un mes mirándome el ombligo

Ayer os contaba que se me había pasado el aniversario de la tesis; lo que no se me olvida en cambio, pues mi maltrecho organismo me lo recuerda a cada rato, es que llevo un mes corriendo. Es curioso, porque metido en harina voy bien: es durante tooodo el resto del día cuando me duelen tobillos, rodillas y un poco el cuerpo en general, de forma que actividades normales que requieren de esfuerzos momentáneos y rápidos, como cruzar un semáforo en rojo, se han vuelto de repente una fuente de molestias. Como no dejan de recordarme los cada vez más jóvenes becarios, será cosa de la edad...

17/9/14

"Cumpletesis"

Tenía la fecha en la cabeza estas semanas pasadas, no os creáis; pero estos últimos días he estado tan pendiente primero del curso y ahora de lo del proyecto, que se me pasó por completo escribir ayer una entrada alusiva al primer aniversario de la defensa... de hecho recordé la efeméride a media jornada, cuando ya no podía hacer mucho por celebrarlo. ¿Os acordáis de algo, los que estuvisteis allí conmigo? Espero que os lo pasaseis bien, al menos la mitad de lo que yo. Repetiría hoy mismo, la verdad; aunque visto de momento para lo que ha servido, el aniversario me lo tomo más bien con melancolía. Al menos, si no para otra cosa, la aventura del final de tesis dio para muchas muchas entradas, cada una con su historia: los papeleos previos antes del verano, los preparativos antes de la defensa, la resaca posterior... amplio material tenéis ahí para entreteneros leyendo, estos días en que actualizo poco y con pocas ganas.

16/9/14

Cambio de teRcio

... os hablaba en la entrada anterior de mis pinitos con R, y me temo que os cuento en ésta que lo dejo. Que lo dejo, espero, por una buena causa; y digo lo de "espero" porque si merece o no la pena lo sabré a la vuelta de los meses: se acaba de abrir ahora la convocatoria de una línea de proyectos que me interesa mucho, y como todas las opciones de emplearse son pocas pues pasaré esta semana encerrado preparando la memoria técnica que hay que presentar con la solicitud. Y poco más, que salvo en sanfermines los encierros no suelen dar muchos temas interesantes de los que hablar. Y tampoco os voy a contar de qué va el proyecto, no sea que me lo plagiéis, jeje...

13/9/14

En casa del R-ro...

¿Veis, la pequeña adición a mi Escritorio? efectivamente: el pasado jueves empezamos el curso de R, y como veis la cosa marcha viento en popa, jeje; he aprendido incluso más cosas que a instalarlo y todo... Estos dos primeros días, que se supone han sido los "ligeros", los hemos dedicado a ver las tripas del programa y a "aprender" un puñado de las órdenes más habituales con las que ordenar y seleccionar datos, la base de todo análisis. Y bueno, más que herrero, soy heRrerillo: un pequeño aprendiz, pero peleón. Ya la semana que viene empezaremos el curso de estadística más al uso, aunque realmente lo que creo nos motiva más a todos los participantes es el hecho de usar este condenado programa, más que los conocimientos estadísticos en sí. Ya os iré relatando mis progresos... o la falta de los mismos.

11/9/14

Previendo posibles cambios... o no

Así, así de pelado está el pradito: a conciencia. No porque se hayan esmerado especialmente en segarlo este año, sino porque han estado de obras y han removido y apisonado todo el suelo. Lo cual va a ser interesante cuando empiece a llover: ver (si no se lleva la lluvia el suelo...) qué pinta tiene lo que crezca ahí en comparación con lo que crezca al otro lado del sendero, si aparece una vegetación igual de densa o no, si hay más especies de dispersión anemófila o si en cambio el banco de semillas del suelo es suficientemente variado como para que no se noten diferencias... ya os lo iré comentando. Que en algo hay que entretenerse de camino a la Facultad.

9/9/14

Mortales, cada uno a su manera

Os he entretenido estos días (o aburrido, según) con historias sobre hormigas, y otras tantas que me dejo en el tintero: historias de ciervos volantes junto a un hormiguero vaciados con esmero por hormigas diminutas a lo largo de varios días, historias de bichos desdichados intentando escapar de los domos de las hormigas rojas, historias de hormigas picándome en la lengua... Pero con ser unos bichos que dan mucho juego, no pueden compararse en espectacularidad a otros. A otros como las mantis, por ejemplo. Las mantis me fascinan desde que, de pequeño, en uno de los muchos parques de Orense donde me llevaba mi tía, me topé con una por primera vez, y pude ver (o mejor dicho, "no-ver") cómo era capaz de hacerse con una mosca a una velocidad ajena a este mundo, como ajeno parecía ser aquel bicho de ojos bulbosos y patas de pesadilla... Uno de los veranos en la aldea, en que parecía haber bastantes más que otros años, descubrí una de ellas, una hembra excepcional, que rondaba siempre por entre las mismas ramas, de forma que podía localizarla de un día para el otro. Si la cogía para colocarla en algún otro sitio protestaba un poquillo, pero no enloquecía e intentaba marcharse corriendo o volando desmadejadamente como otras primas suyas más nerviosas; de modo que tras colocarla en posición sobre una mesa o así podía entretenerme contando cuántas moscas seguidas, que yo le cazaba, era capaz de comerse de un tirón. Siete, creo que fue el mayor conteo; y si no fueron más fue seguramente por mi falta de habilidad como cazador y no por su falta de apetito, pues como digo era una señorona mantis. Esto, que se me antojaba no obstante un poco forzado, siguió así algunos días, hasta que de repente se me presentó la ocasión de ver un poco más de "acción al natural"... aunque no salió como yo me esperaba: coincidió que aquella mañana mis abuelos habían matado un pollo, y la cabeza del mismo, después de que uno de los gatos la mordisquease un poco sin mucho convencimiento, estaba allá tirada en la huerta, rodeada de avispas frenéticas por llevarse pedazos de carne. Razoné que si dejaba la mantis cerca de allí se las apañaría para acechar y hacerse con alguna de las avispas, y ni corto ni perezoso la cogí de la rama donde estaba y la dejé caer bastante torpemente junto a la cabeza del pollo. La mantis cayó allí junto junto a las avispas... y como un rayo una de ellas se le echó encima, le picó en el tórax y la dejó frita; todo sucedió en unos pocos segundos. Y las avispas siguieron a lo suyo, arrancando pedacitos de pollo junto a una mantis muerta. Y yo me metí en casa con bastantes remordimientos...

7/9/14

Y aún más historias hormiguiles

Las hormigas no eran sólo un ingrediente esencial de mis juegos infantiles en Orense, sino también, claro, en la aldea. Frente a casa, justo cruzando la carretera, había todos los años en una grieta del suelo un hormiguero de Messor; y cuando me dejaban aparcado en la aldea con mis abuelos y después de comer ellos desaparecían para dormir la siesta, uno de mis entretenimientos más normales era bajar a putear a las hormigas: las miraba transportar semillas de lo más variado, y de vez en cuando agarraba yo la semilla que fuese por el otro extremo y la levantaba para ver a la pobre bicha patalear en el aire. Otras veces salía a relucir el daño que ya habían hecho en mi los documentales, y como quiera que había escuchado que los chimpancés usaban palitos para, hurgando en los hormigueros, sacar luego prendidas del mismo las hormigas enfadadas para comérselas, pues me dedicaba a hacer yo igual, niño copiando del mono; aunque no me las comía, sino que sólo contaba a ver cuántas podía sacar enganchadas a la vez. Ya cuando estaba muy muy aburrido me salía la vena de curiosidad malévola: la clase de curiosidad que se pregunta qué dura más tiempo vivo, si una hormiga sin abdomen o una sin cabeza... pobrecillas, la verdad, pobrecillas. No sé para qué os cuento todo esto. Qué turbios son a veces los comienzos de un biólogo...

6/9/14

Más historias hormigueras

Pese a los desvelos de mi tía que os comentaba ayer por inculcarme sentimientos elevados, la verdad es que muchas veces de pequeño las hormigas pasaron por mis manos de la vida a la muerte. Me salva (un poco al menos) que no las mataba por matar, sino con algún fin, el más común de los cuales solía ser dárselas de comer a algún otro bicho (o intentarlo al menos, ya que las hormigas son pura quitina, mandíbulas y aguijón; y no suelen gustar a muchos). Mi "truco de magia" favorito era sin duda jugar con ellas a Tiburón: mi tía me llevaba muchas veces al parque del barrio de El Pino, saliendo de mi casa en dirección opuesta al centro. Es una tira de terreno vagamente triangular y alargada, encajonada entre la carretera y el terraplén de las vías del tren. Era de aquellas un parque bastante asalvajado, lleno de bichos, donde una de mis mayores diversiones era ver pasar corriendo alguna rata por la cuneta que lo bordeaba. En su parte más estrecha estaban los juegos: columpios, toboganes, "cosas para trepar" y en general mamotretos enormes y llenos de óxido, aristas y barras donde romperse la nariz (ejem). Luego una pradera de hierba, y en la parte más ancha un jardincillo en terrazas, con una fuente que caía según los niveles del parque y que ahora está seca. Las aguas turbias de esa fuente bullían de bichos: básicamente caracolillos de agua y chinches barquero. Y yo me dedicaba a tirar unas cuantas hormigas al agua, y a esperar. Las pobres pataleaban por la superficie, intentando agarrar algo con sus patas... pero este pataleo era enseguida detectado por las chinches barquero, que apareciendo de las tinieblas acuosas subían, agarraban a las infortunadas con sus dos primeros pares de patas y, en unas pocas remadas, desaparecían de nuevo en las profundidades abrazando mortalmente su presa. Y contemplando eso boquiabierto podía echar la tarde entera...

5/9/14

Derecho (hormiguil) a la vida

Ayer por la mañana, de camino a la Facultad, al pasar por el medio del meadow, resulta que las locas de las hormigas habían cambiado sus rutas de recolección de semillas, y en vez de cruzar transversalmente el sendero, tiraban longitudinalmente por el medio del mismo: para cuando me quise dar cuenta llevaba unos cuantos metros pisoteándolas con descuido, y al tiempo que saltaba como acto reflejo hacia un lado, se me escapó un "¡perdón!" en voz alta... Y me acordé de un episodio infantil , en el que, estando jugando con un niño en el parque, bajo la mirada de mi tía y la abuela o lo que fuera de aquel enano, éste empezó a aplastar hormigas con un dedo. Y yo, que ya venía bien aleccionado por mi tía de ocasiones anteriores, aparentemente ("aparentemente" porque yo en realidad no lo recuerdo, sé lo que me cuenta ella) le dije: "no las mates, que tienen derecho a la vida". La abuela del niño le comentó entonces a mi tía que "ay, ¡qué bien, este niño! ¡Ojalá todos los terroristas pensasen así!"... y al segundo siguiente estábamos el otro crío y yo machacando hormigas a dos manos. Ya cada uno que saque la moraleja que vea...

3/9/14

Tal vez no destilen glamour....

 ... pero, y otra cosa no, las palomas son las aves urbanas por excelencia. Y como tales se merecían su articulito en EMNMM. Os dejo pues con el número de septiembre, ¡que lo disfrutéis!


2/9/14

Cien años sin Martha

Se sabe más o menos la fecha en que desaparecieron la mayor parte de las especies extintas recientemente... pero ya saber el día exacto es un poco más difícil. Se puede, sin embargo, si coincide que el último ejemplar de la especie lleva ya años viviendo en un zoo, olvidado ya todo recuerdo de sus congéneres silvestres. Y ayer en el mundillo ornitológico recordamos que se cumplían cien años de la muerte de Martha, un animal ciertamente icónico: la última paloma migratoria, en tiempos posiblemente el ave más abundante del mundo. El artículo que enlazo está imbuido del tono "autoinculpatorio" que tanto deploro, pero en este caso concreto es difícil evitarlo. A ver si no se nos acaban yendo también nuestras palomas migratorias: las tórtolas europeas; a ver...

1/9/14

Un domingo por los aires

 Por los aires, pero ni en avión ni en globo: sino en el teleférico de la Casa de Campo: un antojo repentino de mi hermano, que nunca había subido (yo sí, en las excursiones de chaval a Madrid) mientras íbamos paseando por el Parque del Oeste. Tan repentino fue que no llevaba la cámara a mano, así que ya lo siento, pero tiro de móvil.

 Cada una de las cabinas, de hasta seis personas, tiene su número. Y como vienen desordenadas se me ocurrió que una ocupación bastante absurda podría ser ponerse en alguno de los parques sobre los que pasan los cables con unos cartones del bingo, e ir tachando números en función del de la cabina que pase... si alguno lo hacéis, agradeceré mucho que me lo hagáis saber.

 El recorrido pasa lo suficientemente lejos de las principales vistas de Madrid como para que los edificios más representativos apenas destaquen entre los árboles si uno no sabe de antemano cuáles son. Pasa uno en cambio sobre mucho parque y algunos edificios, sobre los que sería curioso imaginar el resultado de que se cayese una de las cabinas. Pasa incluso bastante cerca de la fachada de alguna torre de pisos, y me imaginé que si allí viviese mi tía, en vez de donde lo hace en Orense, frente a la estación como nosotros; seguro que de pequeño me habría pasado las horas muertas a su cuidado en su casa viendo pasar el teleférico, en vez de los trenes...

 Lo que más me gustó, ya veis qué tontería, fue ver desde arriba el vivero municipal de la Casa de Campo, zona de acceso restringido donde se producen plantas para los jardines de la ciudad. Parecía estar todo la mar de bien cuidado...

La Casa de Campo: el teleférico es realmente la mejor manera de darse cuenta de lo extenso que es esta mezcla de encinar y pinar que, justo a las puertas de la ciudad, la frena y desvía por el norte y el sur. Una zona (yo no la llamaría "parque": aunque esté más manejada que un monte de verdad, esa palabra como que no le pega) que tengo la mar de inexplorada a resultas de su mala fama, pero donde seguro que hay sitio para todo, también lo bueno.

Y otro agosto que se nos fue...