30/8/15

He descubierto ayer...

... que cuando toca, al iniciar sesión, Google te felicita :-) ¿Me podríais informar, cuando os toque, de si el modelo es único, o si en cambio hay varios según la persona?

29/8/15

EOU2015

 ¡Pues ya terminó el décimo congreso de la European Ornithologist Union! Cinco días de ciencia y vida social en Badajoz; en una Extremadura que, a pesar de ser verano, no se portó demasiado mal con los congresistas nórdicos de piel lechosa en lo que al sol se refiere.

 Un congreso de alto copete, inaugurado primero por las autoridades pertinentes, Presidente de la Junta de Extremadura incluido, a las que se les agradece que se esforzasen por hablar en inglés (o en algo vagamente similar) en deferencia a la gran mayoría de extranjeros que había entre los casi 500 congresistas. Y después de ellos, Javier Pérez Tris, presentando en buena medida resultados de mi tesis. Se agradece mucho la publicidad, a pesar de la vergüenza de ver mi cara en las diapositivas una y otra vez, jeje...
Mi charla por lo demás... bueno, pasó, sin pena ni gloria según lo veo yo. Eran unos datos difíciles de interpretar, y creo que los que vinieron a escucharme se fueron para casa con una mera colección de vaguedades en la cabeza, contadas además en un inglés la mar de titubeante. Pero contada quedó el martes, y pude luego disfrutar relajadamente del congreso.

 Incluyendo el miércoles el día de la excursión del congreso. De las diversas opciones disponibles, me quedé con la que recorría una zona de cortados y dehesas del entorno de La Roca de la Sierra, no muy lejos de Badajoz. Estuvo la cosa bastante poco animada, hasta que terminamos en una charca donde sí había ya un buen número y variedad de limícolas en paso.

 Y a orillas de esa misma charca, lo que más me llamó la atención del viaje: ver la vegetación de la orilla totalmente recubierta por una alfombra de Cuscuta, planta que nunca había visto crecer con tal profusión... es lo que tiene ser "autóctono": que mientras los extranjeros miran buitres y rabilargos, uno tiene que buscar otro tipo de novedades biológicas.

No me avergüenza decir que disfrute muchísimo más con la visita guiada por el casco histórico de Badajoz disponible para los congresistas aquella misma tarde: las dos horas en que hicimos el recorrido entre la Puerta de Palmas y la Alcazaba fueron una delicia, gracias al mejor guía turístico que he visto nunca: Carlos, si de casualidad llegas a leer esto, enhorabuena.

 Y tras la visita turística, por la noche, todavía nos reservaba el Ayuntamiento una sorpresa en la Plaza Alta: un espectáculo de luces proyectadas sobre las fachadas de la plaza, acompañadas de música y cantos de aves. La verdad es que los responsables de turismo de la ciudad y la región se volcaron en agradar a los congresistas...

... ellos y, por encima de todo, los organizadores del congreso: los amigos de la Facultad de Ciencias de la UNEX, con Alfonso Marzal a la cabeza, que se preocuparon por cuidar cada detalle, por mínimo que fuese. La cena de clausura del jueves por la tarde en el jardín del MEIAC, donde el virtuoso del violín de la izquierda cosechó aplauso tras aplauso, fue sólo uno de los muchos mimos con que nos prodigaron.

El grupo complutense, sector juvenil, al completo; aunque varios antiguos miembros del Alma Mater que ahora están dispersos por el mundo adelante, haciendo sus másteres os sus tesis, estaban también presentes en el congreso. Un congreso donde disfruté mucho con la calidad y originalidad de las novedades científicas presentadas. Y con las otras actividades, y sobre todo con la buena compañía. Ojalá fuesen todos así.

24/8/15

Pros/Cons

Mientras ayer por la mañana en el Parque del Oeste pensaba en lo africano que resultaba estar viendo una bandada de abejarucos planear sobre un templo egipcio, caí en la cuenta de que llevaba toda la semana, desde que el lunes estaba aún desayunando en Orense escuchando las gaviotas que anidan en los tejados, comparando (sin realmente pretenderlo) las ventajas o desventajas que desde el punto de vista del naturalista urbano tenía vivir en Galicia o en Madrid; días durante los que una pléyade de especies animales y vegetales fueron comparadas críticamente entre sí. No llegué a ninguna conclusión: si acaso, a que tengo un poco la sensación de no terminar de asentar en ningún sitio... a ver si llega pronto una postdoc, o movemos ficha de alguna otra manera. Por lo pronto, ya sabéis: hoy vuelvo a irme de viaje, pero con fecha de vuelta definida. Si encuentro motivación (y red) para escribiros durante el congreso lo haré, si no ya nos vemos a partir del viernes... portaos bien, en cualquier caso.

22/8/15

Daniel Rabinovich, descanse en paz

Cuando el muerto no es de la familia, la noticia de la muerte nunca viene cuando uno lo espera, por mucho que la enfermedad, o la circunstancia que toque, sean de sobra conocidas. Y siempre antes de tiempo, pues ser o no de la familia poco importa en lo que al cariño que se tiene por una persona respecta. Se nos fue ayer Rabinovich, el que para muchos (servidor incluido) era la joya de la corona de Les Luthiers. Y Les Luthiers para muchos, servidor incluido, el salvavidas inefable a que agarrarse en muchos momentos de aburrimiento y de tristeza. Nunca les agradeceré lo bastante a Sofi y a Tania que me invitasen a verlos hace tres años, cuando ya poco contaba yo con poder disfrutar de sus actuaciones en directo. La siguiente tendrá que ser ya en el Cielo...

De las muchas cosas que podría enlazar (todas, probablemente), me quedo ahora con ésta, por surgir sus chistes frecuentemente en mis charlas con Álex. Para acordarme de que, realmente, todos somos contingentes, pero la risa es necesaria:

21/8/15

Cómo no...

 Tras echar ayer todo el día en la facultad completamente amorcillado, sigo hoy trabajando en la dichosa charla...


20/8/15

A vueltas con la diversificación

Os decía el lunes que la semana que viene nos vamos (nos vamos un buen puñado de complutenses, de hecho) a Badajoz, al Congreso Europeo de Ornitología, y por eso estoy pasándome estos días por la Facultad, para preparar la charla que me toca dar con las menores distracciones posibles (¿para qué iba a ser responsable y  tenerla preparada con más antelación, no?). De momento al menos la primera diapositiva ya está hecha...

Os sonará el estilo, seguro: se encuadra ésta también dentro de la etapa de diversificación del artista. La charla como veis tiene muchísimos firmantes, la mayoría del Departamento de Microbiología. Va sobre un trabajo que al final no llegó a formar parte de la tesis de Sofía, y que ahora estoy intentando desatascar yo: los ácaros de las plumas se alimentan un poco de todo lo que crece sobre ellas, incluyendo microorganismos. Y varios de estos microorganismos medran a base de degradar las propias plumas, cosa que al pájaro no le viene nada bien. ¿Pudiera ser que la acción de los ácaros al alimentarse de las bacterias terminase siendo beneficiosa para las aves? Pues de eso va la charla. O de eso intentaré que vaya, que a estas alturas no os creáis que lo tengo tan claro...

19/8/15

Regreso con buenas perspectivas

 Grata sorpresa la que me llevé ayer al volver a la Facultad: parece que el rumor de pasillo no confirmado de antes de las vacaciones era cierto, y que volveremos a tener cafetería.

 ¡Por fin!, parece que tras más de dos años alguien (¿el nuevo Rectorado? ¿La nueva contrata? Lo mismo me da, la verdad) se ha decidido a hacer las reformas que necesitaba nuestra cafetería vieja para poder operar.

Ante la cantidad de mierda que acumulaban las paredes de la cafetería antigua, los obreros parecen haber decidido que les salía más a cuenta tirarlas que limpiarlas; o eso me gustó pensar ayer. No sé yo cuánto tardarán en terminar las obras, pero viendo su estado actual dudo mucho de que vayamos a tener inauguración junto con la del curso... en fin, espero que no se demoren mucho, que ya me cansa comer en Forestales. Que no es que en dos años no le haya cogido cariño al ambiente y al personal de "la competencia", pero siempre se come más a gusto en casa.

18/8/15

Pajareo de ventana

Ya en Madrid, con la temperatura justa, y cargado de (pocas) ganas de trabajar. Igual pensáis que el título de la entrada se refiere, de nuevo, a alguna observación curiosa hecha desde la ventanilla del tren, pero no: al contrario que el año pasado por estas fechas, ayer estaba todo bastante parado, y el espectáculo lo ponían dentro del vagón dos casi-ya-no-bebés-pero-aún-sí que estuvieron liándola todo el viaje de mil maneras distintas; eso y que a algún iluminado se le dio por poner como película Supermán II, la de 1980... No: el título de la entrada viene porque, siguiendo como sigo atenazado e incapaz de salir de las zonas "seguras", al menos he redescubierto estas semanas el gozo de pajarear desde la ventana. El gozo de pajarear sin más, diría incluso, pues hace ya bastante tiempo que no me sorprendía haciendo alguna otra cosa y pensando "¿y qué estará pasando ahí fuera?" Lo que estaba pasando es que frente a casa, buena parte de lo que antes era todo huerta es ahora un barbecho lleno de "malas" hierbas, todas ya produciendo semillas. Y al olor de las sardinas, se llenó todo de verdecillos y pardillos, de todos los colores: machos, hembras y juveniles, cada uno en una fase distinta de muda. Y entremezclados con ellos, las agujas del pajar: verderones, jilgueros y escribanos soteños. Los gorriones, pandilleros, disfrutando también del festín, pero por su lado; juntos pero no revueltos. Y atacando además las mazorcas de maíz por la punta. Y mosquiteros ibéricos, zarceros, papamoscas cerrojillos y golondrinas a lo suyo, hinchándose a bichos antes de volar camino del Sahel, o de las garras de algún halcón de Eleonora. Y un notable carbonero común que me hizo una demostración de por qué en gallego les pusieron el, para mí hasta ahora absurdo nombre, de ferreiriño abelleiro: trincó una avispa (abeja, avispa... lo mismo da) entre las hojas del camelio y, con ademán experto aunque se le veía que hacía nada había dejado de ser un pollo, la inmovilizó con un pie contra una rama en posición segura para irla picando poco a poco. Y después, otra. Y todo esto, como suele suceder, delante de las narices de todos...

17/8/15

Interludio costero, y III

Los eucaliptos llegan hasta la orilla. Los paisajes de Tasmania son espectaculares...
 Si bien las excursiones costeras del sábado y domingo pasados llegaron de improvisto, la del lunes, a ver a Raúl (y de paso dar una vuelta en el barquito), llevaba apalabrada como quien dice desde diciembre.

Raúl, puro estilo. No sé a qué personaje de éxito me recuerda...
 No habíamos planeado mucho qué hacer, y terminamos dando vueltas de una forma un tanto errática por el fondo de la ría buscando sin éxito delfines, invitando a tres caballas a que se viniesen con nosotros a casa y, después de desembarcar brevemente para comer, buceando un rato.

El que esto escribe, jugando a que sabe bucear
Y ¡dichosa cabeza, la mía! Para una vez en que, gracias a los neoprenos de Raúl, iba a poder disfrutar del buceo sin preocuparme por la temperatura, ¡voy y me dejo en Madrid las gafas de bucear graduadas! Ya podrían estar en mi armario tan a gusto, ya, mientras bajo el agua yo debía contentarme con intentar distinguir a duras penas pintos de sargos, mientras rezaba para no apoyar inadvertidamente las manos sobre un erizo... 

Con todo y con eso, ciertamente el día con Raúl fue el plato fuerte de estas casi tres semanas de vacaciones. Toca volver hoy a la capital, a cambiar la lluvia por el sol, el frío de estos últimos días en la aldea por volver a dormir destapado, las calles llenas de Vilar de Barrio durante el verano por las calles vacías de Madrid por el verano también. Aunque en una semana vuelvo a hacer las maletas, que ¡nos vamos de congreso a Badajoz!

10/8/15

Interludio costero, II

 Al profano suele sorprenderle que en Galicia en verano el agua esté al norte (de la Costa da Morte hacia el este, básicamente) bastante más templada que al sur, y que además el agua en agosto esté bastante más fría que en octubre: cosas del upwelling, el afloramiento mediado por el viento de aguas profundas frías ricas en nutrientes, que enturbian a la par que fertilizan las Rías Baixas, y hacen que mi hermana ni se plantee acercarse  las playas pontevedresas. Por culpa del upwelling pues, cuando ayer quisimos volver a ir a la playa, ella enfiló el coche rumbo al norte.

 Y rumbo al norte nos fuimos, donde tras ser rechazados por el atasco causado por los lucenses en los accesos a Miño y Cabanas desde antes de dejar la propia A-9, terminamos recalando en Ares, pueblo de mitológico nombre que me resulta muy familiar por las noticias que en los foros ornitológicos gallegos circulan acerca de Aretha, la gaviota de Delaware que inverna allí puntualmente desde hace más de una década.

Ares, funesto a los mortales, resultó ser un pueblo la mar de cuco, no demasiado estropeado por el desarrollismo, pero tomado al asalto por miles de veraneantes. Quisimos comer en varios sitios dentro de la villa y no pudimos, y terminamos en la playa de Seselle, en la cara opuesta de la ensenada, tragando a duras penas un bocadillo congelado en un chiringuito, con el recuerdo de la opípara comida del día anterior desvaneciéndose irremisiblemente...
Con tan frugal comida aguantamos el resto de la tarde en la playa, una playa mucho más agradable para bichear que la del día anterior: la marea baja en su punto álgido (o bágido más bien, o álguido incluso...), la arena llena de Diogenes pugilator con su casa a cuestas (¡qué nombre genérico más bien buscado!), y rocas, cómo no. Rocas menos animadas de nuevo que las de la playa de mi infancia, pero con todo y con eso entretenidas. Entretenido estuve un rato bajo el sol, echando de comer a anémonas, camarones y peces, y ahora me escuece la piel más de lo normal, que denería ser "nada"... cuando vuelva a recuperar internet ya os comentare el alcance y gravedad de las quemaduras.

9/8/15

Interludio costero, I

 El motivo de haber venido de la aldea a Ourense el viernes, fue que mi hermana mayor nos convenció de que había que aprovechar estos raros días de sol y calor para ir a la playa, y a la playa nos fuimos ayer. Nos costó decidir el lugar, salimos tarde, y pillamos algo de atasco; de modo que al final llegamos a A Illa de Arousa ya directamente para comer.

Panorámica del puerto de A Illa
Lo que no fue mala cosa, por cierto, pues comimos muy bien. Comida amenizada a través del cristal por la visión fugaz de charranes patinegros y comunes, camino probablemente de las costas mauritanas y del golfo de Guinea, y de gaviotas reidoras y cabecinegras, probablemente llegadas ya para pasar aquí el invierno; los unos aún con sus capirotes negros, las otras ya sin rastro del mismo.
Siguiendo con la tónica del día, nos perdimos después por la isla (ya es difícil...) buscando la playa de Xestelas, al sur y esperábamos abrigada del viento del norte, que estuvo soplando con ganas durante todo el día. No estaba lo suficientemente abrigada la playa y se dejó notar: la verdad tengo pasado mejores tardes junto al mar. Otro punto en contra de la playa era la gran cantidad de cascajo de conchas que acumulaba, que no resultaba nada agradable al tacto (de las plantas de los pies, se entiende). Algo de naturaleza: predominaban animales algo distintos de los que solía ver durante mis vacaciones en playas más expuestas, sobre todo almejas reloj, muchas con el revelador agujerito que dejan las caracolas al perforar la concha con la rádula para comerse a su ocupante. Muchas torrecillas también; y otros tantos moluscos de las costas abrigadas. Más de naturaleza: una lagartija a lo lejos, en una tapia, a la que no me pude acercar pero que sé que era una lagartija de Bocage. ¿Que por qué lo sé? Porque las islas gallegas tienen la cómoda manía de albergar cada una una única especie de Podarcis, y ésta es la que le toca a la de Arousa. Y alguna historia natural más os podría contar, pero para dos horas que estuvimos en la playa, ya bastante es...

8/8/15

... pues ya ha florecido

 Hola a todos, lectores del alma; siento haberos abandonado de repente, pero tampoco contaba yo con que de repente se me terminasen los datos del móvil, ¡ay! En fin, pero aprovecho que vinimos un poco de sorpresa a Orense ayer por la tarde para dejaros esto preparado.

 Y aproveché también yo para darme un breve paseo por el centro para estirar las piernas. ¿Y al pasar junto al Barbaña, con qué me encuentro? Pues con que la plantita de la que hablábamos allá por octubre, y que con los fríos invernales había desaparecido del mapa, había vuelto con mucha fuerza. Y además cambiando de aspecto: ahora los tallos flotantes eran los menos, y sobretodo aparecía formando matas (esas matas verdeazuladas que ocupan todo el centro de la imagen), ocupando ambas orillas del cauce a lo largo de buena parte de su recorrido urbano.

Y no se ve apenas en la imagen (no estaba JaviP para darme apoyo físico y moral para bajar hasta el cauce, jeje), pero nuestra Ludwigia putativa había florecido, ¡y de qué manera! Con buen número de flores amarillas muy vistosas. Flores que, como bien aventuraba el experto hace casi un año, permiten ahora identificarla como Ludwigia grandiflora: una especie sudamericana invasora en las regiones cálidas. En Europa (según el tomo VIII de Flora Iberica, el que incluye las Onagraceae, y que ya es de 1997) sólo aparece citada en puntos del litoral costero mediterráneo de España y Francia. Y En Ourense ahora, añadiremos. Igual este invierno relativamente suave no hizo mella en ella y otro que venga más fuerte sí se la lleva por delante... no sé, ya se verá. Qué pena, que sea una invasora más, con la ilusión que me había hecho encontrármela, "oculta a la vista de todos"...

4/8/15

Los vencejos invisibles

A la vista de las fuentes tan peregrinas de las que saco inspiración para escribir sobre naturaleza durante las largas semanas de “normalidad” en Madrid (ejem), podríais tal vez esperar que, ya que paso ahora un par de semanas en la aldea, las entradas de trasfondo natural se multiplicasen y acreciesen en interés. Y debería ser así, supongo, pero me da que, una vez instalado aquí, lo que en Madrid sería raro aquí se vuelve… normal; y me cuesta encontrar algo que me motive. Por no hablar del abotargamiento que me suele invadir en estas fechas…

Menos mal que vinieron los vencejos a salvarme, como tienen por costumbre. Os decía antes de subir que contaba con ver aún vencejos, pero realmente éstos se han marchado de aquí también, y los pocos migrantes que se dejan ver van claramente lanzados camino de África. Pero fuimos ayer a Verín a solucionar unos asuntos, y sí se dejaron ver unos cuantos por las calles del centro, y persiguiéndose en carrusel en la Plaza Mayor. El color, el reclamo, el batir de alas “distinto”; no hizo falta mucho para identificaros como vencejos pálidos, el vencejo “invisible”, invisible porque durante décadas se mantuvo oculto a los ojos de los pajareros al norte de Andalucía o alejados de la costa mediterránea, diluido entre hordas de vencejos comunes. Pero gracias a Internet y a los foros, gracias a que alguien animó a otros a comprobar dos veces esos vencejos que se veían "pasados de fecha" (los pálidos suelen criar dos nidadas a año en vez de una, y por eso llegan antes y se van más tarde que los comunes) empezó a fijarse la gente, y los vencejos pálidos de repente se hicieron corpóreos: Extremadura, Madrid, Zaragoza… de repente resultó que los había en buena parte del interior peninsular. Y por la costa “comenzaron a ascender” también desde el sur: enterado por Internet de su localización, en el Náutico de Vigo me los taché el 2 de julio de 2006, tras liar a mi hermana mayor para que me llevase desde Orense. Y parece que por Verín andan también, vaya vaya… lo que hace fijarse.

3/8/15

Calles y casas llenas

 Como tantas otras aldeas, Vilar de Barrio multiplica su población en verano, cuando vuelven a la casa familiar los que en su día marcharon buscando trabajo a las dos capitales: Ourense y Madrid, o a Bilbao; ellos o sus descendientes. Se llenan las plazas del centro con las terrazas de los bares, se llenan las calles durante la procesión de San Fiz (este año una comitiva nupcial quedó atrapada sin remedio entre los procesionantes)…

 … y se llenan los salones de las casas, claro, porque toda esa gente quiere comer. Y hay que recurrir a parchear, sacrificando la elegancia de la homogeneidad en favor de lo práctico: mesas y sillas, manteles, platos, vasos y cubiertos; cada uno de su padre y de su madre.

De su padre y de su madre, como los invitados: faltan hermanos, pero se completa con primos de fuera, aunque tampoco todos; y cuñadas, y otras con vínculos formales tan tenues que ni nombre reciben… ¿Y el año que viene? Pues ya Dios dirá.

1/8/15

Tartaraña

Una palabra bonita para un bicho bonito: tartaraña. “Tartaraña” es el vernáculo fabricado que se da en gallego al aguilucho cenizo (fabricado, digo, porque pocas especies son lo suficientemente carismáticas para el paisano de turno como para merecer vernáculo propio). Gatafornela, el del aguilucho pálido, no le va a la zaga en contundencia; pero tartaraña sigue gustándome más; la palabra y el aguilucho cenizo, de estructura y vuelo más ligeros que el pálido. De las dos hay en la zona de Vilar de Barrio: gatafornelas, bastante raras, criando entre los tojos del monte; y tartarañas, un poco más frecuentes (en verano, claro, que es cuando vienen de África), en los sembrados de cereal. Y entre las tartarañas, no pocas melánicas, una variante muy escasa de la especie que en Galicia lo es algo menos. Decía ayer que echaba en falta ver grandes rapaces en las ciudades, pero sin ser algo que haya llegado a vivir. Mucho más echaría en falta dejar de ver los aguiluchos zigzagueando sobre los campos en estos largos días de verano.