6/1/16

Llego tarde a cuatro fotos

... o, más bien, llego tarde a recomendároslas. ¿Qué tal la noche de Reyes, ha ido bien? Se adelantaron con mi regalo, que consistió en dar una vuelta con Sonia ayer por la tarde, aprovechando para ir a ver la exposición de las imágenes ganadoras y finalistas del concurso Wildlife Photographer of the Year. Os decía que llego tarde a anunciároslo porque la exposición cierra ya en Madrid este fin de semana, aunque podrá verse dese ahora en otras ciudades españolas, y, por supuesto, en Internet. A mayores de sonreír al ver entre las destacadas imágenes de conocidos como Ugo o Javi Aznar (ex-alumno), quería comentaros cuatro imágenes, de las 100 de la muestra, que me llamaron especialmente la atención:
- Flight of the scarlet ibis. Me gustó por el contraste entre unas aves acuáticas tropicales y las dunas del "desierto"... que no es tal, porque en realidad son las dunas de una playa donde van las aves a comer, playa de una isla, por lo demás, canónicamente verde y tropical. Me gustó pues por el trampantojo, podríamos decir... Entre los concursantes de categorías juveniles (¡incluso de 10 años o menos!) había muchas que realmente quitaban el hipo.
- Great egret awakening. La imagen es tan plástica que no necesito justificar nada. Me gustó además por ser la imagen de un húngaro, tomada en Hungría; y digo esto porque muchas de las imágenes habían sido tomadas durante safaris, lejos del lugar de origen del fotógrafo, y me gustó ver que también "sin salir de casa" puede uno hacer cosas bien bonitas.
- Flamingo doodles. Una fotografía que me gustó mucho porque de entrada no es nada evidente entender de qué va: es una imagen aérea de un lago de limos oscuras sobre el que se han posado varios flamencos. Y cada una de las ondulaciones negras son las sendas que están trazando las aves al ir alimentándose, removiendo el sedimento.
- The blizzard of life and death. Y cabo con otra imagen que también engaña mucho a primera vista, y que además está tomada en España, en un puente sobre el Ebro en Tudela. Y engaña porque esa nube que tanto limita la visibilidad del coche que por el puente circula, no es ni de lluvia ni de nieve... sino de efímeras.

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